Cuenta la leyenda que Buda no podía meditar porque se quedaba dormido, entonces cortó sus párpados y los tiró a la tierra. De ellos creció una planta, Camelia Sinensis, la planta del té, cuyas propiedades energizantes permiten mantenerse alerta por más tiempo.

Teniendo también en cuenta su correspondencia con Saturno, podemos decir que nos ayuda a mantenernos enfocados en nuestros objetivos, dándonos la posibilidad de generar estructuras. 

Si bien este efecto estimulante se lo debemos a su contenido en cafeína, su contenido en L-teanina tiene efectos relajantes, que reducen la ansiedad, proporcionando un estado equilibrado entre ambos aspectos: una atención sin tensión.  

El té verde (en forma de tintura) tiene una gran capacidad para inhibir el desarrollo de bacterias que causan problemas intestinales como diarrea, colon irritable, enfermedad de crohn en incluso cuadros de depresión. 

Además, promueve el desarrollo de otro tipo de bacterias que son antiinflamatorias, anticancerígenas y ayudan a reducir la obesidad. 

Por otro lado, sus catequinas (antioxidantes) han demostrado ser protectoras neuronales, disminuyendo los riesgos de enfermedades como Parkinson o Alzheimer. 

Otro efecto muy interesante y probado es la mejora a la sensibilidad a la insulina y la reducción los niveles de glucosa en sangre, siendo muy útil en casos de diabetes.